jueves, 1 de diciembre de 2011

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA



Amados alumnos que Dios les bendiga, hoy jueves continuamos nuestra clase de Bibliología-Iluninación










Hasta la crucifixión, aquellos hombres no habían creído que Cristo iba a morir (Mt. 16:21-25), y fue con la finalidad de que ellos conocieran algo acerca del significado de Su muerte y Su resurrección que El abrió los ojos del entendimiento de ellos (Lc. 24:46). Así que un campo ilimitado de verdad apareció ante ellos, a saber, el evangelio que ellos iban a proclamar (Lc. 24:47, 48); pero no sin el Poder que el Espíritu, que vendría sobre ellos, proporcionaría (Lc. 24:49). El día de Pentecostés, Pedro quien tan recientemente había rechazado la predicción tocante a la muerte de Cristo (Mt. 16:21-23), predicó el valor de esa muerte con un poder tan convincente que tres mil personas fueron salvadas. Es evidente que el entendimiento de Pedro había sido abierto tocante a la muerte de Cristo; esto, sin embargo, no era la primera experiencia de Pedro con el poder penetrante de la revelación divina. En respuesta a la pregunta de Cristo, "y vosotros ¿quién decis que soy yo?" Pedro respondió, "Tú eres el Cristo el hijo de Dios viviente" a lo que Cristo respondió: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Janás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt. 16:15-17).  Aunque en las Escrituras, antes citadas, el Padre y el Hijo se dicen haber revelado aspectos definidos de la verdad a varios hombres, el Espíritu de Dios es el Maestro divino desde su advenimiento el día de Pentecostés, y una cantidad grande de pasajes bíblicos atestiguan ese ministerio específico del Espíritu.







Continuaremos mañana, que Dios les bendiga...

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