miércoles, 3 de agosto de 2011

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA


Muy buenos días amados alumnos hoy miércoles continuamos con INTRODUCCIÓN A LA BIBLIOLOGIA


e. LOS JUDIOS. Por medio del llamamiento a Abraham y todo lo que Jehová obró en él, una nueva raza o pueblo fué comenzado el cual, bajo pacto y promesa divina inalterables, continúa para siempre. Tan diferente es esa raza en cuanto a sus características distintivas que todos los demás pueblos son antípodas de éste, es decir, ellos son clasificados "los gentiles" o "las naciones", a diferencia de la nación judía. Tal preferencia dada a los judíos no puede ser entendida fuera del testimonio dado en la Biblia en cuanto al propósito eterno de Jehová para con ellos. La importancia que tiene delante de Dios el pueblo terrenal y todo lo que le está relacionado, se indica por el hecho de que más del ochenta por ciento de la Biblia se trata directa o indirectamente con ellos. A pesar de todos sus pecados y faltas, el propósito de Dios para con ellos no puede ser quebrantado (comp. Jer. 31:31-37). Su destino puede ser  trazado hasta incluir el milenio y la nueva tierra que le ha de seguir. Sin embargo, en la presente edad, unida como está por los dos advenimientos de Cristo, todo el progreso en el programa nacional y terreno de Israel está suspendido temporalmente y el judío tiene el mismo privilegio que el gentil de ejercitar fe personal en Cristo como Salvador y de esos así redimidos, tanto judíos como gentiles, el pueblo celestial está siendo llamado. Claramente se indica a través de las profecías que cuando el presente propósito sea cumplido, Dios se volverá, y con toda fidelidad, llevará a efecto la completa realización de Sus promesas terrenales con Israel (Hch. 15-18; Ro. 11:24-27).

d. LOS CRISTIANOS. Una gran cantidad de pasajes bíblicos declaran directa o indirectamente que la edad presente no es prevista y es de carácter intercalar, y en ella una nueva humanidad aparece en la tierra con un nuevo e incomparable Guía y Jefe en el Cristo resucitado y que dicha Compañía está siendo formada por el poder regenerador del Espíritu Santo. De igual manera se revela que ahora no hay diferencia entre judíos y gentiles ya sea en cuanto a su necesidad de salvación (Ro. 3:9) o en cuanto almensaje específico que les ha de ser predicado (Ro. 10:12). Puede verse, también, que  en este nuevo Cuerpo en el que judíos y gentiles están unidos en una común salvación, la pared intermedia de separación- la larga enemistad entre judíos y gentiles- ha sido rota, habiendo sido  "matada" dicha enemistad por la misma muerte de Cristo en la Cruz, haciendo la paz (Ef. 2:14-18). En verdad todas las antiguas distinciones se pierden y los que son salvados vienen a estar sobre una base donde no hay ni judíos ni gentil sino que Cristo es todo en todos (Gá. 3:28; Col. 3:11). El Nuevo Testamento también dice que el cristiano, estando habitado por Cristo, ahora posee vida eterna y la esperanza de gloria (Col. 1:27) y, estando en Cristo, está en una  posición perfecta en Cristo, ya que todo lo que Cristo es- aún la justicia de Dios- ha sido imputado al creyente. Es así como el creyente ha sido ya constituido en un ciudadano del cielo (Fil. 3:20) y, habiendo sido resucitado con Cristo (Col. 3:1-3), y estando sentado con Cristo (Ef. 2:6), pertenece a otra esfera - tan definidamente, en verdad, que Cristo puede decir del tal: "No son del mundo como tampoco yo soy del mundo" (Jn. 17:14, 16; comp. 15:18, 19). Debe observarse también que debido a que ese nacimiento espiritual y esa posición celestial en Cristo son sobrenaturales, éstas son, por necesidad realizadas solamente por Dios, y con la exclusión de la cooperación humana la única responsabiblidad impuesta al hombre es la de poner fe en el Unico que  tiene poder para salvar a este pueblo celestial, que es la Nueva Creación de Dios (2 Co. 5:17; Gá. 6:15), ha sido encomendada, no  en un sentido corporal sino solamente como individuos, una doble responsabilidad, es a saber, (a) adornar con una vida cristiana la doctrina que representan por la propia naturaleza de su salvación, y (b) ser testigo de Cristo hasta lo último de la tierra. También creemos que las Escrituras que dirigen al cristiano en su andar santo y en su servicio están adaptadas al hecho de que el creyente no está haciendo esfurzo humano para conseguir una posición delante de Dios, sino que él ya ha sido. "acepto en el amado" (Ef. 1:6), y ya ha sido bendecido con toda bendición espiritual (Ef. 1:3; Col. 2:10). Es evidente que ningún esfurzo humano podría hacer que persona alguna se elevase a cumplir estas altas responsabilidades y que Dios, anticipando la incapacidad del creyente para andar dignamente de la vocación con que ha sido llamado, ha derramado libremente Su Espíritu de poder para que more en cada uno de los salvados. También se ha dicho de esta compañía celestial que ellos, cuando el número de sus elegidos sea completado, serán quitados de este mundo. Los cuerpos de aquellos que han muerto serán resucitados y los santos que estén vivos serán arrebatados (1:Co. 15:20-57); 1Ts. 4:13-18). En la gloria las personas que componen esta compañía serán juzgadas con relación a sus galardones por el servicio rendido a Dios (1Co. 3:9-15; 9:18-27; 2Co.5:10, 11), la Iglesia corporal será unida a Cristo en matrimonio (Ap. 19:2-9), y entonces regresará con  El para compartir como su compañera en Su reino (Lc. 12:35-36; Jud. 14, 15; Ap.19: 11-16. Esta Nueva Creación, como los ángeles, Israel y los gentiles puede ser trazada hasta la eternidad futura (He. 12:22-24; Ap. 21:1, 22:5). Pero, se recordará, el cristiano no posee ninguna tierra (Ef. 20:12; Mt. 5:5), ni casa (Mt. 23:38; Hch. 15:16). aunque es de la familia de Dios; ni capital terrena o ciudad (Is 2:1-4; Sal. 137:5, 6) ni trono terrenal (Lc. 1:31-33), ni reino terrenal (Hch. 1:6, 7), ni rey a quien estar sujeto (Mt. 2:2), aunque los cristianos pueden hablar de Cristo como "el Rey" (1Ti 1:17; 6:15), ni altar aparte de la Cruz de Cristo (He. 13:10-14).


Amados alumnos que Dios les bendiga...

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